Vivimos en la edad de la tecnología, una época con muchos cambios y facilidades para nuestro día a día. Por ende hay gente que también se aprovecha de ello, y es que hoy sabemos que cualquier software es susceptible de ser hackeado. Esto en combinación a la gran cantidad de aplicaciones que existen, y la posibilidad de obtenerlas en dos sencillos pasos, nos hace cada vez más vulnerables. Sabemos que esa aplicación que te muestra cómo vas a ser cuando seas abuelo, trae consigo un malware que lo único que quiere son tus datos, tus datos son los que generan dinero. Nadie ofrece las aplicaciones gratis, en verdad el coste son los datos que consiguen contigo, que contactos tienes, que páginas web has visto últimamente… ¿Y qué hacemos al respecto? Pues muchas veces por desconocimiento, y otras porque ya lo tenemos aceptado, no solemos hacer nada. De hecho, pasamos por alto todos los contratos y por ende podemos ponernos en peligro.
Cualquiera hoy en día sabe manejar un móvil e instalar aplicaciones de una forma sencilla. Sin ser conscientes del riesgo, aceptamos las condiciones sin leerlas con tal de tener instalada la última aplicación que se ha puesto de moda. Realmente no nos paramos a pensar las consecuencias de esta forma de actuar. Los dispositivos móviles son un objetivo muy suculento por la cantidad de unidades que hay en circulación, a más unidades, más posibilidades de obtener víctimas. Dicen que es más fácil hackear un ser humano que un sistema y es increíble cómo lo consiguen. Cómo son capaces de hacernos pinchar en ese enlace que encriptará nuestros datos, cómo son capaces de hacernos introducir las credenciales del banco y cómo son capaces de que visitemos esa página web que nos anuncian en ese correo fraudulento que nos ha llegado. Que hemos excedido la cuota del buzón de correo, una devolución de hacienda, una herencia inesperada… Son innumerables las variantes y lo que es peor, cada vez las afinan más y cualquier día podemos ser nosotros la víctima.
El ser humano puede ser muy inteligente y a la vez podemos caer en la trampa de la manera más sencilla. Casi el 100% de usuarios de portátil tapa la cámara de su ordenador por si alguien se conecta y le observa, pero con el móvil no tenemos ese miedo. Y nosotros nos preguntamos ¿Por qué? Si es un dispositivo conectado a la red las 24 horas del día y totalmente hackeable. Si a esto le sumamos que cuando instalamos una aplicación estamos dando «ciertos permisos» puede ser que demos acceso sin darnos cuenta a nuestra cámara ¡Y que nos graben!
Y es que todo dispositivo que dispone de una cámara, puede ser un objetivo claro y eso da miedo ¿Verdad? Y ahí es donde nace nuestra carcasa. Aparece para cubrir esa necesidad cada vez mayor, de evitar, que nosotros o nuestros hijos seamos espiados a través del móvil. Tan sencillo como deslizar la pestaña tapando la cámara para evitar que nos observen a través de nuestro dispositivo y a la vez tan sencillo como deslizar la pestaña destapando la cámara para poder hacer uso de ella. Podrán entrar en el teléfono mediante cualquier treta porque eso no podremos evitarlo, pero no conseguirán vernos ya que la cámara estará tapada.